miércoles, 27 de agosto de 2008

Encuentro...

Sintió que sus pulmones comenzaban a perder tamaño. Y aunque todos los químicos que los estaban consumiendo era una justa causa, sabía que la falta de aire se debía al cansancio. Y eso que había corrido poco.

Pero no era un cansancio momentáneo, agitación por un trote. Era una debilidad generalizada, una necesidad de parar. Los demonios seguían en sus espaldas, sin alcanzarlo ni perderlo de vista, en un punto justo en el que no lo atormentaban pero podían recordarle que estaban ahí.

Y se decidió, y se detuvo. Y ahí, a la misma distancia de siempre, se detuvieron ellos. Una camino largo, una neblina pesada. Y se dejó caer sobre ese empedrado riguroso que le marcaba la dureza de caer pero no le lastimaba tanto como para no poder levantarse de nuevo. Y el tiempo pasó, sin darse cuenta.

Y en cuanto comenzaba a tomar conciencia del tiempo transcurrido, llegó ella. Tranquila pero agitada, alegre pero con sus propias sombras, un altibajo de luces y sombras intimidantes y a la vez fascinantes. Sus fantasmas observaban indemnes, ahí, a su propia distancia justa. Y por un momento le dieron descanso. Sin esfumarse pero sin agobiarla.

Y un aire fresco y limpio renovó el ambiente. Suavemente, pero con firmeza, sopló lejos esos nubarrones de dudas y enigmas. Y allí se mantuvieron, inmóviles, sin correr para no perderse, y con la vista perdida en el profundo mar de la mirada del otro, en esa descabellada idea de sentirse ajenos por una vez.

sábado, 23 de agosto de 2008

Otra que imbéciles!...

Tratar de estudiar o de hacer un trabajo para la facultad son de esas pocas cosas que a uno le hacen recordar y tomar conciencia de las pequeñeces que nunca termina y que suenan mejor cuando hay un plan tan catastrófico como sentarse a hacer un Trabajo Práctico para Teorías de la Comunicación. Así es como uno termina inexplicablemente limpiando el baño, acomodando el placard, viendo esas viejas fotos que ni pensó que tenía todavía. O inclusive encontrar textos escondidos que ni siquiera supuso que podía llegar a tener.

De alguna de esas formas, me encontré con un pedazo de Bucay en mi computadora y, ante mi primer espanto, me reí un buen rato leyendo sobre los imbéciles intelectuales, morales o afectivos que hay en el mundo según el susodicho.

Eso, mezclado con algún pseudo filósofo perdido que tengo que analizar para la fuckultad (perdón Lucifer, les robo el término), me hace llegar a conclusiones nada felices sobre si soy un imbécil o no.

OK, ya he dejado en claro anteriormente que lo soy, no hay duda de eso.

Pero me causó muchísima gracia encontrar que una de las categorías de imbéciles posibles, exige que vivamos en consonancia a lo que dicen los demás, que necesitemos de una aprobación o negación de otros para medirnos en una (incluso más imbécil) varilla social.

¿A qué iba todo esto? Los manuales clásicos de Comunicación enseñan y divagan sobre la eterna reciprocidad que tenemos en la vida cotidiana. Que, mal que nos pese, siempre estamos comunicando, aunque deseemos no hacerlo. Y si a eso le sumamos que el imbécil por definición (está bien, es la definición del barbudito precursor de Rolón) necesita de una cierta repercusión de sus actos en sus semejantes, terminamos llegando a que somos todos unos imbéciles. Queramos o no. Lo admitamos o no.

Me siento bien, el círculo de imbecilidades humanas se expande cada vez más. Bienvenidos los nuevos miembros!

PD: Leer estupideces como estas es el riesgo de que Internet sea libre para todo el mundo. Sepan disculpar.

jueves, 21 de agosto de 2008

Tardanzas...

Llegar tarde no es una opción, no es un error, no es una situación fortuita. Para muchos, es una religión. Y no porque lo decidan así, sino porque es mas fuerte que uno. Personalmente, trato de cumplir con lo que la aguja del reloj manda, trato de lograr ese acuerdo que tuve con alguien/algo aunque a veces se me frustre.

Me pongo orgulloso y digo que soy puntual, o trato de serlo. Y ahí miro mi calendario académico, mi libreta de la facultad, las metas del año que llevo cumplidas y las que no. Es obvio que las segundas son muchísimas más que las primeras, si es que logré completar alguna.

La pelea con el reloj tiene ciertos altibajos, pero en la guerra con el calendario estoy derrotado y largamente. Y con esa no puedo arreglarme con la alarma 15 minutos antes de lo que la vengo usando o corriendo por la calle, sino todo lo contrario, quizás. Curioso como para terminar a veces hay que bajar la velocidad un poco, o por lo menos ajustar la prioridad de los minutos en lo que, mal que nos pese, hay que terminar primero.

Me voy, que llego tarde a la vida.

lunes, 18 de agosto de 2008

Ellos siguen...

Hasta cierto punto, sintió que siempre había estado agitado. Que la vida lo llevaba siempre a un ritmo al que nunca estuvo acostumbrado, o al que no quería adaptarse. Los demás mantenían a su alrededor esa velocidad frenética que tanto le molestaba, y pensó más de una vez que era el único deseoso de bajar un cambio.

Pensó que la cuestión era encontrar alguien que lo ayudara, que sostuviera lo mismo que él, que defendiese con la misma convicción que no está mal ir más lento tampoco. Y pensó que lo había logrado.

Uno se da cuenta más de una vez en la vida que los demás no son lo que uno cree. Y eso se da porque, por naturaleza, uno cree en los demás. Juego de palabras, pero nada complicado. Y error garrafal que nos cansamos de cometer, pero que nunca evitamos.

Se cansó, se agotó, y decidió sentarse. Sin importar lo que dijesen de él, lo que opinaran los demás. Y se detuvo a admirar ese pasaje lleno de frenesí de aquellos que no se animaban a parar ni un segundo, pero que miraban con displicencia a ese engendro que había decidido recobrar el aire al costado del camino.

Ellos siguen, yo decido respirar. Y retomar cuando tenga las energías para hacerlo.

sábado, 9 de agosto de 2008

Perjudicial para la salud...

El fumar es perjudicial para la salud. Esa es la ley 23.344, me la sé de memoria. Pero el vender (o no, como en este caso) cigarrillos, tiene un efecto negativo directo en mi organismo aún mayor.
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El Concejo Deliberante de la Ciudad de Córdoba sacó nueva ordenanza desde hace un tiempito, la N°10852, pueden buscarla. Dicho papelejo reglamenta y regula las condiciones necesarias para obtener la habilitación y para el funcionamiento de un cyber. Fantástico. ¿El problema? El artículo 6, "Expendio y consumo de alcohol y tabaco".
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Está bien, estamos de acuerdo en que no se puede fumar en ningún espacio cerrado de acceso público. Y no estaría muy bien andar derrapando de curda mientras chateamos con una tía, pero se prohibe la venta de cigarrillos, específicamente. Y esto, siendo un kiosco al mismo tiempo, lo hace caer en una dicotomía que no es entendible para algunos clientes, que incluso se empacan en discutirlo.
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Para evitar la mayoría de las consultas innecesarias y hacerle perder precioso tiempo al pobre caminante que solo quiere su Philip Morris BOX, hay un hermoso cartel en (literalmente) la cara de quien llega al kiosco. ¿Cuántas veces se lee ese cartel por día? Dos, máximo. Y hoy, como buen sábado a la mañana, vino algún dormido con una mala mañana a romper la armonía del partido de Los Pumas.
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X: Dame un Marlboro BOX.
A: Buenos días. No vendemos cigarrillos, caballero. Cara de tuje inmediata, claro.
X: ¿Cómo que no venden cigarrillos? Esto es un kiosco.
A: Un cyber con kiosco, señor. Y la Municipalidad no permite vender cigarrillos en los cyber.
X: ¿Me estás cargando? Yo trabajo en la Municipalidad, eso no existe. Elevando el tono.
A: ... Saco la ordenanza del costado del mostrador y se la dejo al frente. Tiene resaltado el artículo 6.
X: ¡Esto lo hiciste vos!
A: Salute, a este le patina en serio. Si, caballero, lo hice para justificar que no quiero vender cigarrillos porque no me gusta ganar dinero.
X: Pose de mafia. Quiero hablar con el encargado.
A: Pose de jefe. Soy yo.
X: Te voy a poner una queja.
A: Seguro, en la Municipalidad. Que tenga buen día. Sonrisa, tamaño galleta.
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Me alegró el día.

jueves, 7 de agosto de 2008

Yo soy de los que se resisten...

Yo soy de los que se resisten a creer que la música tecno es lo mejor para bailar. Yo soy de los que se resisten a creer que una buena canción tiene que hablar solamente de amor. Yo soy de los que se resisten a decir todo en un mensaje de texto, abreviando todas y cada una de las palabras hasta crear un lenguaje completamente nuevo. Yo soy de los que se resisten a bajar una película filmada de contrabando en un cine, cuando estar en la sala es casi una religión. Yo soy de los que se resisten a leer un libro de autoayuda, cuando la mejor asistencia no está en los renglones. Yo soy de los que se resisten a usar esa remera con inscripciones en italiano. Yo soy de los que se resisten a creer que se puede conocer a alguien leyendo su perfil en internet. Yo soy de los que se resisten a pensar que emborracharse es necesario para pasarla bien.

Yo soy de los que se resisten a abandonar lo que cree, solo porque está pasado de moda. Yo soy de los que se resisten. Para bien o para mal. Y me resisto a creer que necesito cambiar.

sábado, 2 de agosto de 2008

El silencio de los imbéciles...

Hay una ley en el mundo. Bah, no descubro nada, hay centenares de miles de leyes en el mundo. Pero hay una que rige para la vida del selecto grupo de imbéciles del cual me precio de ser, y que dice mas o menos así...

Es preferible un misterioso silencio antes que hablar y demostrar que eres un completo imbécil.


Vamos por partes.

No me refiero a imbéciles como un término despectivo puro, un insulto. Voy a aquellos seres que tenemos la suerte y desgracia de existir al mismo tiempo, a esos que pensamos porque es gratis, y hablamos porque nadie nos detiene. Que decimos lo que creemos, pero solo porque sabemos que a nadie le afecta que lo hagamos.

Tampoco voy a un silencio literal. Si no emitimos una sola palabra en días es más probable que nos crean enfermos antes que inteligentes o inclusive estúpidos.

No es un descargo hacia nada, aclaro. Me llamó la atención la cantidad de tiempo que estuve sin escribir, y me di cuenta que a veces no decir nada es mejor que forzarse a expresar un error. Y con lo que cuesta a veces remediar los fallos, es mejor evitarlos cada vez que se pueda.

La vida está llena de silencios. No porque todo el tiempo evitemos demostrar que somos unos imbéciles porque, tarde o temprano, todos se dan cuenta. Simplemente porque a veces el no decir nada implica esa conexión y esa transmisión que no se podría dar de otra forma. Y ahí es donde no sólo nos evitamos el papel de estúpidos, sino que además de hecho brindamos algo valioso.

No defiendo a los imbéciles, somos lo que somos. No defiendo a los que callan con tal de no otorgar (si, en ese sentido). No me pongo del lado de los que usan la palabra como escudo del mundo. No justifico a los que esconden detrás de un discurso un vacío eleMental.

No defiendo a nadie. Mejor, me llamo a silencio.
NOTA: Pame, vos no necesitás ninguna palabra mía para tu camino, sino todo lo contrario! Gracias por el comentario, igual que agradezco a todos los que pasan un rato a delirar por acá. El corte no fue por nada específicamente bueno ni malo, sino lo que se llama semana de vacaciones sufriendo a los viejos, y encima con finales en el medio. Saludos!