domingo, 20 de julio de 2008

Sacá pecho...

Revolcándose por los suelos, se preguntaba a quien había ofendido para tener que pagar semejante castigo. La vida muchas veces no es justa, pero a veces parecía endemoniarse con su ser. Mientras las pequeñas piedras se entrometían entre su ropa, el dolor en su espalda parecía transformarse mágicamente en fuerzas para terminar con el trabajo.

Y ahí estuvo durante horas, luchando contra la maquinaria, peleando contra su propia existencia, debatiéndose entre dejarse explotar o simplemente pasar desapercibido. Una voz en el teléfono lo trajo de nuevo al mundo. Risas que le despejaron las ideas, y lo alentaron a ver que la luz al final del túnel se hacía cada vez más brillante.

El trabajo estaba hecho, ahora restaba descansar y pensar en la mañana siguiente. Un peso se dejó caer sobre sus pies. No le importó, miró hacia adelante, arregló los detalles y se dispuso a relajarse.

Cuando el sol por fin salió, las inclemencias lo esperaban nuevamente. Otro día, otro problema a resolver. Su vida siempre fue así, sabe que es lo que le espera a cada vuelta de esquina. Se demoran los planes, se retrasan los hechos. Mira al cielo, y discute con sí mismo.

- Dale, como si no te hubiese pasado antes.
- A veces desearía tener una religión, para poder echarle la culpa a alguien. La mala suerte me está matando.
- Sacá pecho.
- Siempre.

Y ahí va, comenzando otra vez. No lo van a quebrar, pero se dobla y bastante, aunque lo disimula bien. Saluda, conversa y se mezcla entre la gente. Y desaparece.

Es uno más. Son todos.

sábado, 12 de julio de 2008

El todo o la nada...

Momento de distensión, de relajar las neuronas. Zapping por canales deportivos en la televisión. De pronto, el anuncio de la transmisión de una final de tenis: "Es el partido que ambos estuvieron esperando. Aquí se definirá quien se queda con todo, o con la nada misma". Fox Sports, traducción literal. Me llamó la atención y me preocupó en cierto sentido que pase tan desapercibida una frase tan fatalista.

Vivimos pidiendo que frene la violencia en el fútbol, que el deporte sea tomado como tal y no con tanto fervor. Pero somos testigos constantes de este llamado a la pasión, a los sentimientos exaltados, al extremo. El que no gana no es nadie, el que no triunfa se vuelve sin nada, el segundo no existe, o peor, es un perdedor. Es difícil analizar eso sin caer en una visión ciertamente mediocre de conformarse aún sin ganar pero, tratando de esquivar eso, me parece que la mano de ser los mejores se nos está yendo un poquito.

Escuchaba el otro día en La Venganza... un pedacito divertido: si desde un medio masivo nos quemamos las pestañas para pedir por la paz y el fin de la violencia en las canchas, después no gritemos un gol desesperadamente durante cuarenta segundos como si fuera el fin del mundo. Es sugestionar al público. La misma voz que pide decencia es la que está por fallecer de la agonía ante un gol en el último minuto. Y eso contagia. Entonces no hay forma de pedirle al que está con la radio en la cancha que no le tire con un ladrillo al juez de línea si se lo está convenciendo de que es la vida o la muerte en 90 minutos.

Un par de noches atrás, y en medio de todo un debate filosófico (¿?), hicimos una analogía completa de la vida como un campeonato. Un torneo en el que jugamos una serie de partidos que podemos ganar o perder, y que van afectando unos a otros y al resultado global y final. Uniendo entonces las dos ideas, algo que no es alocado ni mucho menos, estamos ante una idea de que si no vencemos en cada una de las batallas de la vida, seremos unos fracasados. Y siendo que las derrotas enseñan muchísimo más que las victorias, creo que ahí es donde llegamos al problema.

Si la Presidente llama a los gritos a la unión del pueblo contra esos golpistas, si un líder gremialista tiene más presencia mediática que un periodista de opinión, si la editorialización de los tipos parados en la esquina anuncia todo el tiempo las catástrofes de la sociedad, si nos incitan a sentirnos argentinos y boicotear a los del país de al lado por una papelera contaminante del tipo de las que nosotros tenemos 17 en un mismo río, si un River vs. Boca tiene 11 veces (literalmente, diez veces) más infraestructura e inversión que una Feria del Libro...

No, no, no estoy justificando la violencia. Me refiero a la intención moldear pensamientos bastante mediocres (de los que nos sobran a todos últimamente) en cuanto a la pasión por el fin máximo.

Me fui a cualquier lado, había comenzado viendo un partido de tenis. ¿Vieron lo mal que hace trabajar un sábado a la mañana?

martes, 8 de julio de 2008

Hoy puede ser un gran día...

Tener que cerrar el local a la medianoche después de todo un día de laburo y volver a abrir a las 9 de la mañana del día siguiente quita un poco las ganas y la paciencia. Lo admito. La felicidad de bajar la persiana e irse tranquilo a comer algo y mirar una película, leer un libro u observar profundamente el techo se dispersa en el aire como un nuevo Glade Ultra. Y no deja nada de olorcito.
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Por eso, cuando me vine esta mañana, todavía refunfuñando por tener que hacer fuerza para levantar la maldita cortina de hierro de nuevo, ya sabía que no iba a ser un día fácil. Y si llego, prendo la primera luz y ya siento una vocecita desde la puerta que me pide entrar a una cabina, me imagino una jornada larga por delante. Le informo que, por si no se dio cuenta, todavía no abrí, y prosigo con el proceso de despertar del telecentro (y mío, seguro).
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Chequeo las cajas, tal como las dejé anoche, igual de pobres de monedas, que parece que huyeron del país. De todas maneras, cuando entra la primer cliente oficial del día pongo mi mejor cara de "buenos días" y comienzo con toda la onda. Entra a una cabina. Habla. Sale. Paga (una de frases cortas lo mío).
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A: 46 centavos, sería lo tuyo.
X entrega dos pesos.
A: ¿Tendrás algo de monedas? Estoy muerto de cambio.
X: No, nada de nada.
A: (resignado) OK, tu vuelto. Gracias. (Y sonrío, encima)
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No todo el mundo puede tener siempre un monedero encima, asique pasa. Atiendo un par de clientes más, fax, correo, cyber, lo de siempre. Ella se queda mirando el celular. Me habla de nuevo y me pide cabina. "Pasá por la cuatro", le informo. Alegre, porque la vi que estuvo al frente y no se fue a ningún lado, asique vuelven moneditas. Preciosas moneditas. Sale de la cabina.
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A: 23 centavos sería lo tuyo.
X entrega dos pesos.
A: (viéndola venir) Ahora si, algo de monedas, ¿tendrás?
X: No, nada de nada.
A: (más sonriente que nunca) OK, no hay problema.
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Abrí el cajón hasta el fondo y miré con toda alegría esa pilita de monedas de cinco centavos que el dueño acababa de traer para todo el día. No me importó. Una por una, conté el peso con ochenta restante para darle su vuelto correspondiente. Si, y hasta le redondeé a su favor. Después de contarlas, se las di en la mano, una por vez.
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Se retiró en perfecto orden. Fui feliz.

domingo, 6 de julio de 2008

Y llegó la hora...

Con tanto premio bloggero dando vueltas, era cuestión de tiempo que una bitácora de la categoría de Delirios sin grandeza tuviese el suyo. Y llegó nomás. Como una forma de reconocer públicamente la calidad y excelencia de los escritos aquí publicados, este espacio ha sido destinatario de una gran distinción que me llena de orgullo presentar.


Bueno, está bien, nos pongamos serios de una vez: a Tefy le llegó este reconocimiento y como somos compañeros de facultad, me lo ha hecho llegar como señal de camaradería. Está de mas decir que agradezco semejante distinción y también está de mas decir que no creo merecerla. De todas maneras, voy a proceder a cumplir con las reglas que vienen adjuntas.

1.- Al recibir el Premio, se ha de escribir un post mostrando el Premio y se ha de citar el nombre del blog o web que te lo regala y enlazarlo al post de ese blog o web que te nombra ganador.

2.- Elegir un mínimo de siete blogs (pueden ser más) que creas que brillan por su temática y/o su diseño. Escribir sus nombres y los enlaces a ellos. Avisarles que han sido premiados con el Premio Brillante Weblog.

3.- Opcional. Exhibir el Premio con orgullo en tu blog haciendo enlace al post que tú escribes sobre él.

Teniendo en cuenta estos tres requisitos, es que me dispongo entonces a dejar mis galardones, los cuales creo que son extremadamente merecidos por parte de sus autores.
  • Franco: Bardo Verde || Ilustrados por él mismo, los escritos de este muchacho se merecen un lugar en el Salón de la Fama bloggero, sin miedo a exagerar.
  • Mafalditis || Una clase de lírica e historia al mismo tiempo. Todo un descubrimiento haber pasado por ahí y tener el gusto de charlar con su autora.
  • Identidad || Las frases mas acertadas y las reflexiones mas profundas en un solo lugar. Y hasta música. Un buen rincón para quedarse a descansar un momento.
  • Rozando la locura || Si, es cierto, por ahí le faltan algunos jugadores. Pero cuando escribe se le sale la virtud de adentro, y se nota que es mucha.
  • Viviendo la vida || Que la agresividad exterior no los engañe, hay muchísimo para leer y entender ahí.
  • Propiedad Privada || El Profe y sus máximas ya son todo un clásico para muchos de nosotros. Es un infaltable en cualquier lista de premios.
  • Son señales luminosas || Cami y sus anécdotas, siempre bien contadas, sacan siempre una sonrisa y dejan un buen rato.
Todos ellos serán debidamente notificados de sus galardones respectivos, y termino agradeciendo nuevamente a Tefy (no la puedo nominar ya que ella me dio el premio) y saludando a todos los que me conocen, para los chicos del barrio y para las chicas que todavía no me rechazaron. Ya tendrán su oportunidad.

Hamburguesa grande y papas chicas, la coca sin hielo, por favor. Salud.

miércoles, 2 de julio de 2008

Levántate y anda...

Sintió el aire fresco que le golpeaba la cara y se dejó caer. Había estado cuatro meses en ese páramo de fuego puro, forcejeando con todos. Con ellos, los que mandaban; con los otros, los que hacían fuerza desde abajo. Con los que se sentían incluidos sin permiso en esa lucha, con los indiferentes. Con todos. Su papel se estaba desgastando, perdiendo importancia, quedando de lado. Y se desvaneció.

Mientras estaba en un estado de inconsciencia casi total, escuchando las voces de los pleitos a su alrededor, como si fuesen ecos lejanos, recordó esos años del pasado. Pasaban esas imágenes de antaño, volaban esos recuerdos de tiempos mejores o, al menos, distintos. Y entonces despertó. Y se levantó.

El silencio se apoderó de todos los que estaban a su alrededor. Aunque las fuerzas le faltaban, las piernas le temblaban y la vista se le nublaba, aparentó una fortaleza interna y externa que asombró y agobió a esos otros que esperaban que su caída hubiese sido la definitiva. Intentaron golpearle de nuevo por abajo, pero esta vez los impactos no causaron ningún efecto en todo su cuerpo. Se mantuvo en pie, completamente inmutable, hasta que comenzó a caminar. Sabiendo que era quien debía mostrar el rumbo a todos aquellos que no podían ver la luz, o que no distinguían entre un camino espinoso y un sendero de rosas, y los guió hacia el final de ese túnel de incertidumbre.

Y voló. Tan alto como nadie jamás lo hubiese imaginado. Voló, y jamás volvió.