jueves, 6 de septiembre de 2007

Casi redondo, por donde se lo mire...

Si un cineasta hubiese tratado de plasmar un guión sólido y con bases concretas e indiscutibles con todo su empeño, no hubiese logrado ni la mitad de lo que se logró. Ni el más hábil de los licenciados en marketing o publicidad hubiese concretado semejante campaña. Y parece que ni el más inteligente de los ciudadanos se da cuenta de cuando sigue siendo parte de una plataforma politiquera. Enbanderados en la Justicia, sin expresos carteles de partido político, sin orientaciones ideológicas necesarias, miles se juntaron para marchar en repudio al fraude electoral.

Y así fue que le dieron más fuerza de la que jamás hubiese podido reunir una agrupación política con todos los fines de lucro que se puedan imaginar, y algunos impensables también. Con el orgullo de haber marchado con honor, con orgullo, por el bien de la sociedad, muchos vuelven a sus hogares con la satisfacción del deber cívico cumplido. Han expresado su opinión. Se han hecho ver y escuchar...

...al menos por televisión, ya que el Gobernador no se encuentra en la ciudad y el candidato electo está de gira por el interior festejando su triunfo. La movilización más grande de los últimos meses fue promovida desde el puro amor propio de ciudadanos libres de todos y cada uno de los que fueron, explotado a la perfección por los responsables de la lucha legal de las urnas. Lo lamentable, es que la repercusión que vaya a tener en la realidad, en lo concreto, es el mismo que el estreno de Duro de Matar 4. Porque al día de hoy, no veo más efectos que un tránsito congestionado y pocos detalles más. ¿O de verdad alguien cree que una protesta de este estilo cambia algo? La Justicia no va a aparecer solo porque caminemos todos juntos diciendo que la queremos. Además, el objetivo no lucrativo se cae a pedazos en instantes, cuando el perdedor se asoma a dar la cara, y gritar a los cuatro vientos que les han robado el sueño.

Según la Policía, había 20.000 personas. ¿Según los organizadores? 50.000. Claro, tiene más peso mediático el número grandote. No importa si había 20.001 o 35.000, el hecho es que hay que inflar y darle peso al hecho. De esa forma se reposiciona todo el movimiento luego de una derrota (justa o no) en vista de las próximas elecciones, y fortalece el apoyo popular en caso de que la revisión de las actas den vuelta la tortilla. El plan raya la perfección, así lo hayan hecho adrede, o no. Merecen ser aplaudidos. La manipulación de la masa la han aprobado largamente, y es una de las materias obligatorias para gobernar y salir impune. Enhorabuena!

El Presidente de la Nación se lava las manos, el candidato electo festeja. El opositor, también. El tercero en discordia y casi olvidado, no oculta su satisfacción tampoco. El recuento sigue, parece una situación en la que todos ganan. Excepto por un leve detalle: tal cosa no es posible.