viernes, 22 de septiembre de 2006

De un lado o del otro...

En el último número de una revista de distribución gratuita que se puede encontrar en casi cualquier comercia de Nueva Córdoba, hay una nota dedicada a una encuesta que el Rectorado de la Universidad Nacional de Córdoba dió a conocer, en el que los números resultantes están misteriosamente a favor de las medidas más polémicas que se han implementado en las últimas dos décadas en la educación de nuestro país.

Según esta encuesta, el 84,3 % de los estudiantes están a favor de un examen de ingreso con una evaluación previa. También el 83,4 % está de acuerdo con la aprobación mínima de 2 materias por año para mantener la condición de Alumno Regular.

Obviamente estos números dispararon quejas en todos los sectores estudiantiles, opositores por naturaleza, ya que consideran que es una estafa. Pero el problema que tiene este escrito es que cae en las mismas fallas de conceptos que critican al otro. No estoy de acuerdo con la Ley de Educación Superior, pero me parece que el criterio de evaluaciones de ingreso no eliminatorias, con cursos previos y posibilidades para ser aprobadas durante el primer año lectivo son oportunidades más que lógicas para una formación criteriosa. El problema está en buscar los extremos, y criticar cualquier propuesta que salga de un reducto institucional solo por el hecho de tener siglas de ovimientos socialistas, trabajadores u obreros que anteceden a los nombres de cada agrupación.

La salida no está a la vista bajo este panorama: ni las autoridades promueven alternativas, ni la oposición o el grupo estudiantil se esfuerza por un diálogo constructivo. Los consejeros y asesores de la Escuela de Ciencias de la Información, quizás de las más "democráticas" de la UNC jamás han aparecido ante los cursos, excepto cuando es para invitar a peñas y organizar eventos. No está mal, para nada, y la propuesta recreativa es tan importante como la educativa, pero con lograr juntar el dinero para los apuntes no se soluciona ningún mal a largo plazo, así como tampoco lo hace exigir más presupuesto a cuatro manos, si no tenemos una formación crítica en las instituciones que nos permita manejar con sentido común los recursos obtenidos, tanto los simbólicos como los físicos.

Hace un par de semanas, en el auditorio de la Escuela de Ciencias de la Información (Comunicación Social), una profesora de Lingüística interrumpía su clase para atender su celular, al lado del cartel que pide que nosotros lo apaguemos, y entrecortaba su disertación para poder fumar su cigarrillo, sentada a centímetros abajo de la señal que lo prohíbe en cualquier espacio de acceso público. Esto se repite en todas y cada una de las "aulas-oficinas" que el centro de estudiantes utiliza.

Lo que está mal hay que verlo completo. No podemos simular autoridad moral para exigir lo que nosotros no le exigimos a los nuestros. El aumento de los ingresos en la universidad pública y una modificación en el modo de admisión de los alumnos, es urgente y completamente necesario. Y aunque podrá parecer que una cosa no tiene nada que ver con la otra, pero nada más alejado de la realidad; fallas en el sistema educativo sobran, y podemos cansarnos de nombrarlas, pero algo si es muy cierto: ninguna se soluciona simplemente pidiendo más plata.

viernes, 1 de septiembre de 2006

Política social...

Miles de personas acompañaron al Ing. Juan Carlos Blumberg en una manifestación en la Plaza de Mayo, Capital Federal. Hubo llantos, emociones, hubo de todo. Hubo postulados políticos, claro. ¿Hasta qué punto un reclamo es genuino y cuándo podemos descubrir en su trafondo otras intenciones? ¿Busca Blumberg proyectarse para una futura candidatura?

Francamente, no me importa. Lo que si me puede llegar a quitar el sueño es ver como se tergiversan los valores, como se usa el dolor de padres, hermanos, hijos y amigos de "víctimas de la inseguridad", como le llama este señor a los fallecidos o desaparecidos en diferentes tragedias, y me molesta de sobremanera que se explote esta imagen triste de doloridos seres cercanos para ejercer presión política, mediática y simbólica, sobre todo.

Fuente: LaNación.com

No pretendo tratar de disminuir la verdadera envergadura que tiene hoy en día en nuestro país la inseguridad en general. Pero usar estos hechos para beneficio propio es grave. Y dejarse convencer es aún peor. Ya sea por ignorancia o por alguna otra situación personal, millones de personas están dejando que les impongan una imagen de este nuevo héroe patriota que mediante la aplicación de nuevas leyes más firmes y más duras pretende curar un mal que viene de mucho más abajo.

Tratar con represión la delincuencia es aumentar el problema, es vez de disminuirlo. No creo que sea tan difícil de ver: pese a lo que digan las estadísticas que sostienen que algunos presos de hecho se reforman luego de una pena carcelaria, son la minoría, y aumentar el número de prisiones y reformatorios juveniles no va a servir de nada si no lo ayudamos con políticas sociales de fondo, que erradiquen conflictos que se dan en todos los ámbitos y sectores sociales de la vida cotidiana.

No pretendo yo dar la solución en un pequeño escrito como éste. Simplemente quiero plantear una visión que me parece se está escapando al grueso de nosotros. No me pongo en posición de erudito por ello tampoco, sólo quiero tratar de buscar una guía que nos ayude a desenmascarar un reclamo de corazón por puro dolor de otra mentira política más.