sábado, 25 de agosto de 2007

Tele-invasión...

(ring)
- ¿Hola?
- ¡Hola! ¿Consideraría usted el cambiar su servicio de telefonía de larga distancia?
- Ah... no puedo hablar en este momento. ¿Por qué no me da el número telefónico de su casa y lo llamo luego?
- Ehm... bueno, disculpe... no puedo hacer eso...
- Supongo que no quiere que la gente lo ande llamando a su casa.
- No.
- Bien, ahora entiende cómo me siento.
(clic)

El diálogo, de la serie estadounidense Seinfeld, describe a la perfección el sentimiento de un gran porcentaje de potenciales clientes a los que una empresa de tercerización de servicios atormenta con llamados semi-invasivos a horarios indsicriminados, en búsqueda de concretar una venta de productos o servicios jamás solicitados. Hasta ahí, perfecto.

Ahora viene otra situación hipotética en la teoría descriptiva, pero tan real como el pan francés en el día a día de muchísimos habitantes de nuestro planeta Agua y Tierra: fin de mes. ¿Hasta qué punto, teniendo en cuenta las vicisitudes de la vida de ambas partes, es soportable cierto tipo de empleos, en los que el malestar del cliente es una posibilidad más que concreta? Las molestias ocasionadas por el vendedor telefónico muchas veces no son perdonadas, y hasta son motivo de condena al que, mayormente sólo por necesidad, debe realizar dicha desdichada tarea, valga el juego de palabras.

Este es un caso casi único, en el que la tarea laboral no necesita ser mal desempeñada, para ofuscar al otro. Un taxista que obstruye una calle para recoger un pasajero, un vendedor de mostrador que no atiende apropiadamente o insiste hasta el hartazgo con la venta, un cadete que entra a contramano o por la vereda para cortar camino, son ejemplos de actitudes erróneas en labores que se podrían hacer sin perjudicar a nadie. Pero el telemarketer carga con la cruz de hacer todo como le exige su empleador, y aún así ser odiado por su destinatario.

En una sociedad en la que pedir un mínimo nivel de tolerancia o comprensión de ambas partes es completamente utópico, hay situaciones que frustrarán a más de uno. Y el que tenga que caer en la maldición de un trabajo generalizadamente detestado, deberá sufrir las consecuencias sin tener el más mínimo derecho a réplica. Vida injusta, que le dicen.

martes, 14 de agosto de 2007

Multimedios multidiotas...

Estamos asistiendo a una nueva revolución de los multimedios. Por si era posible, hay otra etapa de transición, entre los diarios digitales originales y los verdaderos multimedios actuales. Apoyados en el ancho de banda creciente, que hace que las conexiones disponibles sean cada vez más veloces (aunque aún lejanas de los estándares mundiales), concentran cada vez más servicios y herramientas en un mismo portal.

Voz e imagen ahora se combinan y hay desde audios de entrevistas hasta videos de todo tipo: grabados por los camarógrafos oficiales o por los celulares del improvisado que pasaba en el lugar y en el momento justo. Pero el problema está en el enfoque de las noticias: lo importante ya no es (como hace tiempo, en realidad) generar contenido de profundidad crítica y analítica, si no notas de choque. Graciela Alfano y Bailando por un sueño; Claudia Albertario y Patinando por un sueño (Nestor Kirchner protagoniza Robando por un sueño y Juan Carlos Blumberg Escalando políticamente por un sueño, ambos ciclos muy exitosos para sus protagonistas), el caballo que baila (cualquier similitud con la situación de Moria Casán es pura coincidencia), el perro más feo del mundo (no es Silvia Süller, increíblemente) y el nuevo novio de Rocio Guirao Díaz. Son los sucesos del país y del mundo que vale la pena contar, mientras se pasan de largo hechos notablemente grandes (para bien o para mal): seguro que nadie sabe que pasó al final con la plata del baño de Felisa Miceli, con la destitución de los involucrados en el caso Skanska, con los fondos para el subsidio del campo que están en Suiza. En vez de eso, cada sitio de noticias se convierte en un Rial.com, contagiado por el exitosísimo espacio de Chiche Gelblung, que cada día se parece más al Crónica del espectáculo.

Hace unos días Perfil publicó una encuesta sobre quien es el candidato presidencial preferido. Pero ¡cuidado!, porque es sólo para chicos entre 4 y 6 años. Está bien que los nenes de hoy están avanzados, pero dudo que se conecten desde la sala del jardín para chequear los mails y votar encuestas presidenciales. Ah, no nos olvidemos de las opciones de la encuesta: Lavagna, Carrió, Shrek, Harry Potter o Spiderman eran algunos. Cosa poco seria que le dicen, en este caso es ser suave.

Si los medios masivos forman la capacidad crítica de la masa, estamos mal. Y si ya venimos mal, estamos remando a contramano, y feo. Cuidado con que nos lleve la corriente.

sábado, 11 de agosto de 2007

En fin...

A veces las palabras sobran. A veces los hechos hablan por si mismos y son más que elocuentes. Porque no muestran la realidad, son la realidad. El ex-Ingeniero Juan Carlos Blumberg, ya es candidato a Gobernador de la Provincia de Buenos Aires.

Para llegar a esta decisión tuvo que meditar mucho, tomar un retiro espiritual para recibir cartitas de sus seguidores, pedir perdón en un confesionario (no el de Gran Hermano, pero por la poca seriedad de este asunto, es uno bastante similar, diría yo) y recibir fuerzas de su difunto hijo, la luz de sus ojos.

Apoyándose en el trampolín de sus amistades con Mauricio Macri, su postura sobre los casamientos entre homosexuales y su declaración a favor del ex-represor Patti, va forjando una plataforma que cae bien en un gran sector de la sociedad: la clase media-alta.

De esta manera, comienza un número más en este circo de país y mundo, y puede terminar de cualquier manera. El grueso de la gente nunca aprende, por lo que no tendrá reparos en votarlo. Seamos coherentes: entre un político mentiroso y un señor común mentiroso, no es mala idea quedarse con el segundo. Pero en ese caso, no esperemos que el rumbo vaya a cambiar, que nada mejore ni en el corto, ni en el mediano, ni en el largo plazo. Acéfalos idiotas que buscan un nuevo líder son capaces de todo. Y esos somos nosotros.

Triunfadores de-mentes...

Cada país tiene su cultura. Cada pueblo tiene su idiosincracia. La identidad se va forjando con la historia, con los sucesos, con los personajes, con los éxitos y las derrotas. Entonces, ¿qué es lo que hace que una nación mas acostumbrada a las tristezas que a alas alegrías tenga un orgullo y aor propio único en el mundo? Casi como un instinto de preservación, el argentino ha desarrollado un escudo de superioridad ante cualquier adversario, aún cuando los hechos no lo apoyan.

En términos meramente deportivos, podemos decir que tenemos a la mejor camada de tenistas del mundo. A los mejores futbolistas. Un hockey de èlite, golfistas históricamente exitosos... y aún así, la cantidad de triunfos en relación al número de deportistas y actividades en las que podríamos sobresalir es prácticamente nulo. De todas maneras, antes de comenzar a preguntarnos que estaremos haciendo mal, seguimos escudándonos en excusas y culpas ajenas, en situaciones fortuitas y en la pura suerte para justificar fracaso tras fracaso, actuaciones paupérrimas y resultados tristes.

En los Juegos Olímpicos o Panamericanos, porque las entidades nacionales no ayudan a los deportistas.
En los torneos y circuitos privados, por X y por Y.
En fútbol, siempre tenemos los mejores jugadores, los mejores técnicos y el mejor equipo, pero nos faltan diez para el peso.
En tenis, nunca somos culpables del doping, pero no hay tenista nacional que no tenga una causa abierta por tal tema.
En hockey somos los mejores, pero nunca estamos en el mejor momento.
El voley siempre está en un proceso de reestructuración.
El handball está por explotar en cualquier momento desde hace 15 años.

Aún así, seguiremos siendo simbólicamente los mejores, al menos en nuestra mente y (sobre todo) en nuestra prensa.