Cuando miré hacia atrás, me estaban cerrando la puerta en la cara.
- "Tan temprano?" -pregunté-.
- "Ya es 1º, ahora tenés que ir a Agosto, acá al lado".
Esa voz me devolvió tan crudamente a la realidad que me dolió como una cachetada de hielo. En ese momento me di cuenta que las veces que había cambiado de lugar en esta cuadra del 2006 eran más que las que me quedaban por cambiar. Y fueron todos espacios que no me dejaron demasiado, más que una pérdida constante de tiempo, que a esta altura es irrecuperable.
Y ahí fué cuando me propuse cambiar de aire. Repensar algunas cosas, algunas actitudes, ideas y propósitos. Por qué estoy acá. Que tengo que hacer. Que debo hacer. Cuales son mis prioridades. Mientras caminaba el corto trecho que separa a Julio de Agosto, imaginé una vuelta a la esquina anterior. Pero no era posible, asique solo quedaba mirar para adelante. Me propuse entonces sentarme en el próximo espacio convencido de lo que buscaba y de lo que quiero para mi en este lapso de tiempo que se me viene.
Hoy, hace ya un buen rato que me senté, y creo que me falta seguir creciendo. Seguir madurando las ideas que tan revolucionariamente mi corazón (o la parte emotiva de mi razón) le plantó al cerebro. A ese espacio vago y decaído que por estos días solo piensa en sobrevivir de una manera poco digna.
Hoy estoy mejor, y mañana seguiré creciendo. Sólo queda estar a la altura de las circunstancias. Creer más en mi potencial. Tenerme más fé.
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