viernes, 7 de diciembre de 2007

Viejas costumbres...

Dicen que el tiempo todo lo cura. Pero hay claros ejemplos en que instituciones de larga data, atraviesan sus peores crisis cuando la experiencia propia y ajena debería servir para evitar cierto tipo de conflictos en la actualidad. De todas maneras, el hombre sigue siendo el único animal que puede tropezar varias veces con la misma piedra.

En el presente, la Unión Cívica Radical representa un claro ejemplo. Uno de los dos partidos históricos de nuestro país atraviesa conflictos internos que denotan una pobreza de criterios bastante alarmante en sus integrantes. Y si no es juicio lo que les falta, es simplemente inteligencia para unirse ante adversidades, para oponerse a lo que no apoyan.

El creciente fortalecimiento del nuevo Frente Para la Victoria, comandado por el casi ya ex Presidente de la Nación, Nestor Kirchner, ha forzado a reformular ciertas prácticas políticas actuales, y esto no ha sido bien manejado por la oposición. Lejos de conformar un brazo que pueda plantar batalla en los comicios o en la vida burocrática diaria, el partido fundado por Irigoyen y Alem se ha ido fraccionando hasta quedar sin una forma o dirección definida en el plano político.

Y en esta división, surge un hecho más que curioso: la condena por parte de tradicionales y conservadores hacia los demoninados radicales "K", dirigentes que (según ellos, sin abandonar su ideal original) han forjado una cierta cercanía con la vereda de enfrente, motivo suficiente para ser separados incluso de sus puestos en la UCR.

Personalmente, ni condeno ni aplaudo esta decisión. Si bien no estoy de acuerdo con los lazos "afectivos" entre bandas opositoras, tampoco veo con demasiado desagrado la conciliación de la clase política. Si nos roban, que sean todos amigos, por lo menos. El problema de falta de aprendizaje que me llama la atención, es que esto ya ha sucedido en la historia, y no es nada nuevo.

En la creación misma de la Unión Cívica, rápidamente hubo un quiebre: los cívicos nacionales y los cívicos radicales. Los primeros, liderados por Mitre, consiguieron acuerdos con el gobierno conservador del momento, y ocuparon varias bancas de los puestos públicos, mientras los segundos reivindicaban su lucha contra el fraude electoral y el sufragio de votos cantados.

Esto es simplemente una reseña de otro hecho que nos muestra como repetimos los errores pasados y refregamos en nuestras mismas caras las torpezas que nos llevaron de granero insustituible del mundo a basurero oficial del planeta. Con errores y conductas infantiles como éstas, seguimos por un camino sinuoso y complicado.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

La verdad es que cada vez me asombro más de la inutilidad y la negligencia de la que se dice llamar "Política Argentina".

El "Político" de ayer y de hoy es algo asi como uno par de bichos horrorosos que andan caminando en busca de beneficios puramente personales. Tranzando, coimeando, haciendo negocios sucios y detestables, cajoneando expedientes, robando...

Corrupción 100% argentina

Terrible, pero la verdad es que me han cansados los Peronistas... Y
aunque duela decirlo, los Radicales...

¿Se habrán olvidado acaso los ideales políticos económicos y sociales, los nuevos dirigentes o punteros de estos viejos partidos?

¿Qué dirían aquellos luchadores que aún con el desprecio y el poco apoyo popular han merecido ser recordados por ser los únicos que intentaron al menos hacer algo bueno por este país?

¿Quizás estemos ya acostumbrados a los sabotajes y macabras obstrucciones hacia esas personas que tenían las cosas claras para hacer algo por este país?

Y bueno, habrá que esperar que lleguen nuevas ideas, o se recuperen grandes partidos, o talvez que los personajes menos conocidos pero con más ideales honestos reaparezcan...

je! flashee! Saludos Ale!
Go Laboulaye!
Andres Calamaro

ale dijo...

Es un reflejo más de la mediocridad de una sociedad entera, un caso más de violencia, en este caso es una agresión intelectual. No duele físicamente, pero arde en las neuronas ver estas cosas, y que no estén unidas a una sola rama (algo que nos daría la esperanza de una oposición coherente). Es un síntoma general, y me parece que irradicable, si se me permite el juego de palabras.

Besos Pau, go Laboulaye, go Calamaro. :)