martes, 11 de diciembre de 2007

Semejanzas...

Por motivos de fuerza mayor, estos últimos días me estoy empapando de la historia del país, de los hechos que nos marcaron y los personajes que dejaron grabada su huella en esas páginas. Y no voy a la fuerza mayor porque de otra forma no lo leería, sino porque esto me obliga a integrar varios autores, visiones distintas y un amplio espectro de datos. Examen final que le dicen, ¿vio? De todas maneras, lo que quiero recalcar es la cantidad enorme de similitudes y no tantas diferencias entre los hechos, actores sociales y realidades de la Argentina de inicios del siglo XX o comienzos del XXI.

Se puede comenzar desde varios puntos de vista, pero lo que me llama la poderosamente la atención es el manejo político de la masa, del pueblo. Desde el fraude electoral de 1870 en adelante, las sanciones de nuevas leyes a corto plazo, el manejo de la inmigración, la élite dominante del poder político y económico, la penosa distribución de los ingresos (principalmente sobre los obreros de fábricas y los peones de campo)... esos son algunos de los conceptos que, al día de hoy, podemos comparar encontrando menos diferencias de las que muchos se imaginan.

Primero que nada, es cierto, hay que entender los contextos. El marco de un nuevo país en constante desarrollo y crecimiento, con tasas de ingreso inmigrante nunca vistas, nuevos poderes productivos de exportación, con un mercado interno en expansión y una moneda que fluctuaba en su valor constantemente debido a los drásticos cambios en el rumbo económico, no es lo mismo que podríamos encontrar hoy en el mismo territorio. De todas maneras, se pueden encontrar muchos otros puntos en común que ayudan a entender que pasó en estos 100 años (más o menos) del medio.

En primer lugar, el manejo de una dirigencia política elitista, de pocos para pocos, solo fue interrumpida por gobiernos de facto o el proceso del General Perón. Ambos, casos que tampoco se podrían tildar de prósperos para la Nación, juzgados con el rigor de la historia, y en espectro amplio. En las ocasiones en que un gobierno democrático (incluyendo el peronista) estuvo en el poder, el manejo indiscriminado de los recursos estatales, el clientelismo político y los muchas veces corruptos pactos con sindicatos poderosos, federaciones muy influyentes, multinacionales millonarias (que datan de mucho antes de las famosas privatizaciones del '90) y los no menos terribles acuerdos entre la misma dirigencia, con beneficios siempre tan generosos con los responsables como perjudiciales para los verdaderos destinatarios.

También vale mencionar la actividad sindical, que por aquella época buscaba una franca reivindicación del obrero como trabajador, y que hoy es simplemente una organización de poder como cualquier partido político, e incluso mucho mayor.

Por otro lado, aunque la inmigración ya no es un problema (ni siquiera existe en niveles considerables, no así la emigración legal e ilegal) y los polos productivos son los mismos y no ha habido grandes descubrimientos de fuerzas productivas en los últimos 50 años, por lo menos, la moneda nacional ha seguido siendo fuente de innumerables conflictos y vaivenes en la economía nacional, siempre como consecuencia de problemas de fondo en las finanzas del Banco Central, del Ministerio de Economía o incluso de crisis externas que golpearon al mundo, como la que sacudió a México y que fue denominada por la prensa como "del Tequila". El peso fuerte, el peso oro, el peso argentino, el austral, los bonos provinciales, al portador, en metálico y varios títulos más, en papel moneda y en otros medios, han pasado con diversa suerte por nuestras manos en diferentes momentos de la historia.

A pesar de haber contado con más de una ocasión para generar el despegue definitivo del país, de fomentar las industrias pesadas que generen un sustento a largo plazo, de fortalecer los vínculos internos y las relaciones exteriores, las exportaciones y nuestra postura en el mercado internacional, la Argentina nunca pudo generar su propia identidad política y financiera y de esa manera definir un rumbo estable de miras al futuro.

Son algunos de los conceptos que parecen claves para poder comprender la actualidad de la Nación, y poder vislumbrar, aunque sea fugazmente, algunos de los próximos pasos en los años que vienen.

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