domingo, 3 de junio de 2007

Condición necesaria...

En año de elecciones presidenciales, el debate de la importancia del voto vuelve a cobrar vigencia, como siempre en estas ocasiones. Y como es la primera vez que toca de cerca a la generación que me incluye, es por lo que escribo estas líneas.

Siempre se toma al voto como la manifestación de la voluntad de la sociedad. Y no está errado, pero si incompleto, el concepto. La voluntad puede ser moldeada, manejada y modificada con herramientas de persuasión social, comunes en la clase dirigente de la actualidad en cualquier rincón del mundo. Esto no es ningún secreto, pero si parece que es un dato que se olvida fácilmente. Por lo tanto, hay otros aspectos a tener en cuenta, en mi forma de ver. La educación, los medios de comunicación y hasta el mercado.

No podemos esperar que un país que le da la derecha a "Bailando por un sueño" vote a conciencia. Y no es un dato menor o un mero resentimiento personal hacia el show: la mujer del principal gremialista del país baila en el caño como una de las prosti-vedettes que también participan. Si esto representa al programa más visto de la Argentina, estamos mal.

Si el nuevo PJ busca acaparar todos los poderes de la mano del nuevo pingüilíder y señora, la UCR intenta resurgir de las cenizas luego de la erupción del 2001, y los partidos obreros y de izquierda se ramifican de a decenas, no tenemos ni una sola estructura sólida que busque el establecimiento fuerte y organizado que necesitamos. No estoy pidiendo otro golpe militar, para mis amigos socialistas...

La juventud hoy está dividida entre el "no me importa", el "realmente no me importa", el "ni idea", y la abrumadora minoría "estamos en el horno". Cada uno con sus prioridades y mentalidades, algunos más pensantes que otros, una parte mas consciente de la realidad que otras, todos por su lado. Y si no viene un cambio de raíces, una modificación en el comportamiento general, no se vislumbra una solución ni siquiera a largo plazo. En ese aspecto, el voto es lo menos importante del problema, y lo que menos puede llegar a cambiar en todo este tiempo. Porque sin cambio de actitud, no hay cambio real.

En ese caso, mirar hacia el norte, el sur, el este o el oeste no significan nada. Tomar conciencia del nivel de la corrupción política tampoco, si no intentamos cambiar desde hoy o, mejor, desde ayer. Pero medio difícil.

Si la revolución toma demasiado tiempo y vivimos en una época vertiginosa a más no poder, dudo que ese cambio se vaya a dar alguna vez. En este contexto, el que ve con buenos ojos conservar el estilo de vida social y política actual, es un conformista. El que quiere una revolución y un cambio de rumbo, es un utópico. Y el que trata de seguir su camino lo menos turbulento posible a través del tiempo que está acá sobre el suelo, es un indiferente. Todos culpables, opinen lo que opinen.

Por lo tanto, en la emisión del voto, ¿para dónde vamos? Por ahora, me parece mas útil intentar sobornar a la conciencia, conciliar el sueño, y buscar el cambio en nosotros mismos y en los semejantes antes de perseguir al unicornio azul.

1 comentario:

Anónimo dijo...

La descripción de la realidad que vivimos los jovenes es cierta, lamentablemente, es verdad. Nos importa, no, solo buscamos que no nos moleste. No nos comprometemos con nuestro futuro, porque al final el voto implica un futuro, del cual debemos hacernos cargo, asi como nos hacemos cargo de otras responsabilidades a medida que crecemos. La falta de conciencia sobre la gravedad del problema es comunmente observable entre los jovenes de nuestra edad; y tambien muy triste.



Viste firme! besos