domingo, 15 de abril de 2007

Me la veía venir...

Hace un tiempo, me surgía la duda de si las convocatorias a la sociedad del Ing. Juan Carlos Blumberg no ocultaban un trasfondo político un poco más que obvio. Ayer, esta duda se comenzó a disipar, de a poco. "Macri y Blumberg afianzan su alianza", decía el diario la Nación.

El padre del chico secuestrado y asesinado propuso nombres para la lista, y ahora se suma al tour de campaña que hace Mauricio Macri por toda la provincia de Buenos Aires, en busca de fortalecer su presencia en todo el territorio de cara a las elecciones.



Estas son las cosas que hacen que uno descrea en el país, en el sistema, en la vida. Y más si lo agarran en la edad en la que forma su pensamiento crítico y su concepción del mundo. Una encuesta de la Fundación Odiseo hecha hace pocos días revelaba datos sobre la juventud en general, como por ejemplo que el 61,1% de los 1200 jóvenes encuestados sostuvo que nunca se afiliaría a ningún partido político, número que sube en los de clases altas que viven en la ciudad.

Aún con ese cruel dato, el del rechazo a la participación partidaria (mayormente por el escepticismo fomentado por las organizaciones políticas), el 70% de los que respondieron aseguraron su intención de ir a votar aunque el voto no fuese obligatorio. Y algunos más también aseveraron que el sufragio importa y hace la diferencia.

Se podría entender como una intención generalizada de dar una opinión, pero no tomar parte de la politiquería imperante en nuestro país. Y es grave, teniendo en cuenta la edad de los que respondieron las preguntas. Pero... ¿cómo tener fé en una clase dirigente como la nuestra o en un cambio de rumbo a esta altura del partido? La sociedad en sí ya está corrupta, eso no es ningún secreto. Y se potencia si el mayor símbolo de justicia social se alía con la ultraderecha para encontrar asientos en las instituciones gubernamentales. Y se agranda si uno de los candidatos a gobernador porteño posee más de 22 millones de pesos en patrimonio declarado (hay que sumar todo lo que no esté a su nombre o sin declarar). Y se hace extremo cuando un postulante para Presidente de la Nación admite que dió la orden de reprimir a docentes, con todos los matices que ese tema pueda llegar a tener.

No es una época de certezas, ni mucho menos. Pero con acontecimientos como éstos, vamos de mal en peor.

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