domingo, 27 de abril de 2008

Twenty one...

A veces, esperando las oportunidades,
no se ven y se tira todo a la marchanta.

Tan cierto como la frase de Calamaro no hay. Pero también es cierto algunas (pocas) veces en la vida se aprovechan las chances que se tienen, y es algo que hay que destacar.

A jerga del casino: Blackjack. 21 no se tienen sin esfuerzo, y sin sufrir un poco en el trayecto. De todas maneras, haber llegado a cumplirlos, y festejarlos de esa manera, con esa gente, en ese lugar y en ese momento, es algo por lo que hay que estar agradecido.

No sé si por casualidad, causalidad o juego del destino, el día anterior comenzó con algunos malos presagios, como si lo que viniese fuese a ser difícil y duro. Por suerte y para mi alivio, nada más alejado de la realidad. El número mágico llegó, y aunque sea por unas horas nos olvidamos del resto del mundo (poético, pero incierto, en realidad).

En lenguaje menos rebuscado: buena gente, buena fiesta. Branca en mano, música para todos los gustos. Dedicatorias con guitarra, una cantidad de brindis como nunca me hubiese imaginado.

Diría el Nano...

Mis amigos son sueños imprevistos
que buscan sus piedras filosofales,
rondando por sórdidos arrabales
donde bajan los dioses sin ser vistos.

Mis amigos son gente cumplidora
que acuden cuando saben que yo espero.
Si les roza la muerte disimulan.
Que pa' ellos la amistad es lo primero.

Salud.

jueves, 17 de abril de 2008

Impasse...

Descanso. Pausa. Break.
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No hay dioses, héroes, celebridades, genios, partidos políticos, procesos históricos o seres humanos en general que no se hayan tomado un tiempo en algún momento de sus vidas. Estos altos en el camino suelen ser renovadores: despejar la cabeza, retomar fuerzas, tomar aire o repensar ciertas cosas son algunas de las casi infinitas posibilidades. Esto no quiere decir que el resultado de haber hecho ese stop sea bueno, mejor que antes o ni siquiera aceptable, pero eso no quita que la pausa no haya sido necesaria. Es un ida y vuelta, un juego circular. Sin una, no hay otra.
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Después del famoso paro del campo, piquete de la abundancia, lock out patronal o como le prefieran llamar (ha tenido casi tantos nombres como se pueda imaginar) de más de 20 días, el sector del agro entró en un receso de la medida de fuerza, según ellos para negociar. Y durante estos días esas negociaciones se están llevando a cabo en mesas de la Casa Rosada, con la Presidente y un batallón de ministros y seguramente varios hombres de poder de ambos lados. Esta última semana estuvo plagada de estas reuniones sin ningún resultado, los ruralistas y los autoconvocados (y autodenominados) están subiendo la tensión con amenazas para volver a los cortes y encima desde ayer se suma un espesísimo humo sobre todo Capital Federal a causa de quemas de pastizales supuestamente para mejorar la próxima producción que no ayuda en nada al tira y afloje político de ambos sectores.
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Si a todo esto le sumamos que para cada medida, por el lado agropecuario, hay que conciliar a cuatro partes diferentes, que el escepticismo por las propuestas hechas hasta ahora por el Gobierno toca el techo, que la señora Fernández de Kirchner no es (por decirlo de alguna manera) una persona fácil de convencer, menos cuando está equivocada, y que en todo este tiempo en vez de buscar soluciones lo único que se ha visto de todo sector posible es una catapulta de acusaciones hacia otros y nunca una propuesta mínimamente productiva...
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Generalmente los espacios de tiempo muerto, ya dije, son de descanso, de regeneración de ideas. Esperemos que este mes de gracia que dieron los cortes de ruta sea un proceso de reflexión, negciación y resolución, y no de especulación y nada más.