Hace mucho que intento descubrir en lo más profundo de mi ser algún vestigio de personalidad que me permita definir más claramente lo que pienso. Igualmente, cada vez que llego a un puerto mínimamente convincente, descubro algo que me voltea las convicciones con la rapidez de un chasquido de dedos. Entonces, una y otra vez, coincido conmigo mismo en que planteos tan profundos y complejos sobre mí mismo, son inútiles y vanos si se basan en algo tan cambiante e impredecible, y justamente por eso fascinante, como el ser humano.
¿Quién soy? ¿Qué siento?
Para descubrir las claves de mi espíritu, primero tendría que definirlo. Darle un concepto tangible y lo suficientemente concreto como para que pueda ser apreciable por, al menos, otra persona. Y ahí es donde viene la gran pregunta: ¿Quiero definirme?
Ni yo estoy seguro de querer atenerme a una simple definición de diccionario, aunque sea elaborada por mí mismo, que me pinte de cuerpo y mente, y no me deje salir de un mero encasillamiento. Y ahí, creo, es donde radica la fuente de tantas preguntas sin respuesta que pueden llegar a complicarnos la vida, si es que las confeccionamos de manera viciosa, vaga y redundante, y sin la debida conciencia de que demasiado razonamiento a veces no es razonablemente sano.
Alguien me dijo que preguntándonos cosas profundas podemos llegar a encontrar un significado en otra persona, y dejo a mi libre entendimiento que lo que dijo tiene algo que ver con captar que parte de nuestra vida ocupa. Quizás las personas que conocemos ya ocupan un lugar en nuestras vidas sin que nosotros tengamos que definirlo. Quizás lo que hacemos al poner en cuestionamiento estos interrogantes es mover los cimientos de lo que podría ser una relación sana desde el primer momento. Quiero llegar a que quizás las preguntas demasiado profundas no tengan una respuesta satisfactoria si es que esperamos tanto de ellas.
El mundo no es simple, pero tampoco es tan complicado como muchas veces nosotros mismos queremos ver. La vida está llena de excepciones a la regla, casos especiales e irregulariades. Nosotros, por lo que más quieras, somos irregularidades. Si fuésemos muñecos en serie, lo bello de vivir se perdería. Admitir que soy diferente es lo que me hace especial, es lo que me hace ocupar un lugar definido en la vida del que me conoce. Y si dentro de mi diferencia, soy igual a alguien más, es porque algo tenemos que nos hace distintos.
Y las contradicciones también son parte de mí, tengo que admitirlo. Predico contra la filosofía barata, vacía y sin sentido. Y sin embargo, acabo de ocupar 6 párrafos de ideas vagas, simples teorías basadas en nada más ni nada menos que mis propias ideas. Saquen sus propias conclusiones. Y no tengan miedo de pensar distinto, es hermoso.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario