viernes, 20 de octubre de 2006

Cuando fué la última vez...

Qué es lo que hace que el cerebro se llene de ideas que necesitan ser volcadas a un papel (o su correspondiente cibernético) cada cierto período de tiempo? Y qué es lo que hace que algunas veces se necesite con más urgencia que otras descargar una bocanada de contaminación neuronal para respirar aire fresco en lo profundo de nuestra mente?

El trabajo que ata a los circuitos del hombre a una rutina, desgasta lentamente la capacidad de invención y originalidad literaria del cerebro. Eso está comprobado, por mi. No se puede trabajar y ser un pensador coherente y dedicado, ya que estamos con otra cosa en la cabeza, aún en nuestro tiempo libre.

Las obligaciones académicas. La facultad, la escuela, el instituto. Ese atiborramiento convulsionado de datos que paraliza a la materia gris para solamente producir un resultado mediocre de alienación humana, también atenta contra las facultades creativas y la imaginación misma del ser humano.

Ambas son actividades necesarias para la subsistencia, el aprendizaje y el trabajo. Muchas veces, no son ejercidas de una manera totalmente productiva, correcta o hasta saludable, pero ese ya es otro tema. Por hoy, he puesto mi cable a tierra el suficiente tiempo como para recargar algo de energía nerviosa. Ahora, a descansar.