viernes, 21 de julio de 2006

Día del recuerdo...

Ayer fué el Día del Amigo. Ese día en el que todos se acuerdan hasta de los conocidos más remotos, y les mandan un ¿emotivo? mensaje de correo electrócino, un SMS y en contados casos, una llamada telefónica. Saludamos hasta a los familiares, y volvemos a tomar contacto con algunos de esos seres que ya no vemos ni hablamos hace tiempo. También sirve para rearmar el concepto de amistad, ya que vuelan cadenas y mensajes y frases que tratan de replantear y hacernos recordar todo lo que significa un amigo: llantos, alegrías, momentos juntos, experiencias de vida... ¿pero es necesario todo eso para que realmente se pueda considerar a alguien un amigo?

¿Todo esto es bueno? Como todos los días de este estilo, podríamos decir que es simplemente una movida comercial de empresas que ganan con estas ocasiones. Pero suena muy zurdo.

También podríamos decir que sirve para reencontrarse con todos aquellos amigos del alma a los que queríamos volver a ver o saludar. Pero es ilógico, si somos tan amigos no podemos pasar tanto tiempo fuera de contacto. Y si así fuera, no necesitaríamos una excusa tan banal para hablarnos. Además es muy cursi.

Otra visión más simple diría que sirve para juntarse, pasarla bien, charlar con aquellas personas con las que tenemos más afinidad. O con las que el momento nos juntó. O con las que el destino quiso. Quizás, pero es muy atea, muy superficial.

Cada uno elegirá que decir, que pensar, y como actuar. Yo sé que a mis amigos no los pierdo de vista. Los cuento con los dedos de las manos y no estoy triste por eso. Para mi, mis amigos son los que me llaman aún cuando tendrían otra cosa mejor para hacer. Y son en los que yo pienso, cuando busco a alguien con quien charlar, cantar, o simplemente estar. Todo lo mejor no se desea una sola vez al año. Se reivindica cada vez que pensamos el uno en el otro. Ustedes sabrán quienes son. Felices días, feliz semana, feliz año, feliz vida.

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